Paula Shocron I “Noise analógico” en Brooklyn, NY
Uno de los mitos que necesitamos confrontar en la creación sonora experimental, es el que vincula el Noise con la música por ordenador y la música electrónica. El debate acerca de la estética de la máquina y el movimiento propuesta por los artistas futuristas en 1913, nubló de cierta forma la visión que permitía identificar los instrumentos musicales como tecnologías, mecanismos, artefactos… La música electroacústica evidencia esta porosidad de los conceptos entre tecnología y resultado. No es el artefacto el que determina la experimentación, son las ideas y los procesos. El “ruido” como principio estético, la “saturación” como principio de escucha, el “ritmo” como principio estructural, y la deconstrucción como posibilidad vía el Noise como género y escena creativa, exponen la necesidad de cuestionar este mito.
Cuando pienso en Free jazz (1960-61) de Ornette Coleman, escucho la exploración del microtonalismo que emprendió el mexicano Julián Carrillo en 1895 con su “sonido 13″. Me pasa lo mismo con el Poème électronique (1958) de Edgar Varèse y el afrofuturismo de Sun Ran en los 70s, el minimalismo de Kind of Blue (1959) de Miles Davis y A Love Supreme (1965) de John Coltrane. Y todos ellos están presentes para mí en Einstein on the Beach (1976) de Philip Glass, con aquella puesta en escena transgresora de Robert Wilson. Sin embargo, el “racismo” de la historia de la música occidental se abstiene de escucharlos juntos, del mismo modo que el “disco blanco” de The Beatles (1968), omite Lighting piece (1955) de Yoko Ono, como referencia estética. Nos preguntamos entonces por tantas otras creadoras radicales contemporáneas, a quienes Cecilia Fajardo-Hill y otros autores estudian en Radical Women: Latin American Art, 1960-1985 (2017), un libro que desde hace tiempo veníamos esperando.
Las mujeres radicales del arte en América Latina siguen brotando, un ejemplo es Paula Shocron, pianista, compositora y performer argentina, a cuyo trabajo doy seguimiento desde hace más de siete años, con artículos como ¿Una habitación propia en el “Jazz Latino”? (IASPM@Journal, 2010) y La “Voz” que te lleva, capítulo en el libro Convergencias. Encuentros y desencuentros en el jazz latino (Luc Delannoy, autor/ed.), publicado por Fondo de Cultura Económica en 2012.
Me encontré con Paula en la ciudad de Nueva York este mes de agosto 2017, y no pude resistirme a escribir esta nota para Feminoise Latinoamérica. Escucharla y verla en acción en plena escena “undergroud” del jazz y la música experimental de Brooklyn, me provocó muchas preguntas, una de ellas relativa al mito del Noise y la música por computador. También me llevó a reflexionar sobre los lazos entre la generación beatnik newyorkina, allá por 1958, y la escena hipster actual en barrios como Williamsburg, de Brooklyn. Sentí cierta “imagen superviviente” en la escena, y el principio estético de “el ruido” como detonante en la improvisación sonora, la performatividad, el diseño de los espacios, entre muchos otros detalles sobre los que necesito meditar más a fondo. En resumen, necesitamos cuestionar y pensar la música experimental desde otros lugares, el jazz por ejemplo, y no permitir el dominio discursivo de la música académica centroeuropea, algo que he señalado reiteradas veces en Feminoise Latinoamérica.
Grabaciones en vivo de Paula Shocron en Brooklyn, 2016.
Sin irnos muy lejos, los vínculos entre el jazz y las vanguardias se rompen cuando el discurso fascista irrumpe en la historiografía y la estética. Las ideas innovadoras tienen raza, sexo, y están geobiopolíticamente situadas por estos discursos. Inclusive hoy, cuando una creadora latinoamericana como Paula Shocron irrumpe en la escena de Brooklyn, y nos demuestra que entre Buenos Aires y Nueva York, el “Noise analógico” es posible… ¿Qué significa esto? ¿a qué me refiero? Bueno, escuchar a Paula es escuchar una síntesis sonora de la historia de la música experimental bajo el principio de “el ruido”, la saturación, la disonancia, el ritmo, desmembrando la armonía y los géneros musicales. Su ruido analógico proviene de un piano, convertido por ella en artefacto, un buque solo apto para navegantes intrépidas.
Sin embargo, durante su estancia Paula no es portada de revistas y periódicos, ni imagen de cartelera en el Carnegie Hall (al menos no todavía). Quizás la “élite latina” de la cultura estadounidense, tendría que acercarse a estos espacios “underground” de Brooklyn, en lugar de pasearse detrás de Gustavo Dudamel, pero claro, el arte también es política.
Carl Einstein escribió en 1928:
“…un estilo no es otra cosa que prejuicio y limitación, y […] una obra de arte sólo es un fragmento, de modo que no hay que someterse al estilo de una obra en particular, sino que, en lugar de detenerse a adorar fetiches, hay que atreverse en todo momento con lo nuevo. Si no, en lugar de alentar la rebeldía y la libertad, el arte se convierte en prisión y cobardía.” (1)
El jazz es parte de este Noise que transforma nuestras maneras de pensar y experimentar la tecnología, la innovación, y la cultura de nuestro tiempo. No lo confundamos con el estilo, ni fomentemos mitos, escuchar siempre es un riego.
Nota
(1) Einstein, Carl. Picasso y el Cubismo. Madrid: Casimiro libros, 2013, p. 8.
Imagen de portada: Retrato de Paula Shocron en Scholes Street Studio (Brooklyn) por Pablo Díaz
2 de agosto de 2017
Publicado por Susan Campos Fonseca [Doctora en música por la Universidad Autónoma de Madrid, compositora y escritora del sello Irreverence Group Music – New York, profesora e investigadora de la Universidad de Costa Rica.]