Por una cultura tecnológica decolonial (Cap. 1)
Este mes de agosto celebramos en Costa Rica y Chile, dos eventos que quisiera compartir en esta nueva edición de Feminoise Latinoamérica. El primero fue el Encuentro sobre composición y producción musical digital en América Latina, organizado el 25 de agosto en la Sala María Clara Cullell de la Escuela de Artes Musicales de la Universidad de Costa Rica (UCR), en colaboración con los cursos de Teoría musical, Composición, e Historia de la música en América Latina, de esta institución, y en comunión con el DJLab Costa Rica y el Brooklyn Digital Conservatory. El segundo fue el III Coloquio Iberoamericano sobre Investigación Musical Música y mujer en Iberoamérica: haciendo música desde la condición de género, organizado por Ibermúsicas, del 28 al 29 de agosto en Santiago de Chile, en colaboración con el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de este país suramericano.
¿Qué tienen en común estas dos actividades? y ¿por qué las vinculo bajo la pregunta por una cultura tecnológica decolonial? Considero que en ambos eventos la tecnología “idea” y la tecnología “artefacto”, cuestionaron el método historiográfico que plantea una teleología única para pensar ambas tecnologías, evidenciando que mientras sigamos utilizando ese método, llegaremos a los mismos resultados: un canon geo(bio)políticamente situado. Siempre “fuera de aquí,” nunca “aquí”. Una tecnología que fomenta la dependencia y el consumismo, y no la sostenibilidad, sustentabilidad y autogestión.
Quien cuenta la historia construye la realidad, en eso coincidimos, y lo que pensamos sobre el Sonido, influye en qué hacemos con él. Siendo así, tres profesores de la Escuela de Artes Musicales, Gabriel Venegas (teoría), Carlos Castro (composición) y yo (historia), decidimos reunir a nuestros estudiantes para conversar con nuestros invitados, Esteban Howell del DJ Lab y Dan Freeman del Brooklyn Digital Conservatory, acerca de cómo la tecnología construye relatos sobre la teoría, la composición y la producción musical. La polémica se basaba en una preocupación común: ¿cuáles son las consecuencias de estos relatos en América Latina? Además nos acompañó Manuel Ortega, catedrático de la Escuela de Física de la UCR, gracias a quien en marzo de 2017, conocí personalmente a Dan y a Esteban, convocados los tres por un mesa redonda dedicada a pensar la “modernización de la educación musical”. Suena extraño que nuestra primera cita no se diera en la Escuela de Artes Musicales (EAM), si no en la Escuela de Física, y eso a pesar de que desde hace varios años, otro colega de la EAM, Guillermo Rosabal, desarrolla el proyecto MUSICAR, dedicado a pensar una educación musical decolonial. Digamos que poco a poco los conservatorios de música se va abriendo a estas inquietudes, pero todo toma su tiempo.
Nos unía, consecuentemente, una misma preocupación, el objetivo de este Encuentro era compartir ideas y procesos, sobre la actualidad de la composición y producción musical en América Latina, ofreciendo un debate abierto entre profesionales del medio de la música electrónica, y de la música clásica contemporánea, quienes se cuestionaban mutuamente: ¿qué significa componer y producir música hoy? Y consecuentemente ¿qué composición se enseña y/o se debería enseñar?, ¿qué historia y qué teoría de la música?, construyen los relatos sobre la composición y producción musical en la actualidad.
La producción musical electrónica y digital en América Latina, al igual que en otros lugares del mundo, es una de las bases de la industria cultural y tecnológica. En la actualidad, esta especialidad forma parte de las carreras de ingeniería de sonido, arte electrónico y artes numéricas en diferentes universidades de América Latina, por ejemplo en México, Guatemala, Brasil, Colombia y Argentina. No obstante, al día del hoy, en ninguna universidad de Costa Rica se ofrece esta especialidad, lo que evidencia la necesidad de pensar cómo tendría que diseñarse una carrera que atendiera la formación de profesionales en este ámbito, para Centroamérica y el Caribe.
Sabíamos que la Universidad del Valle en Guatemala, ofrece un nuevo programa en composición y producción musical, pero la estructura que este programa sigue, responde a los modelos de enseñanza heredados de los conservatorios europeos, y las escuelas universitarias anglosajonas, incluyendo la variante de los cursos de ingeniería y markenting, a los cuales suma un curso dedicado a la historia de la música local. Durante el debate con el público que nos acompañó, estudiantes, docentes, miembros de la escena de la música electrónica y contemporánea del país, hicieron hincapié en esta relación, y la necesidad de desarrollar espacios, talleres, capacitaciones, cursos y programas, que piensen críticamente las razones del por qué seguimos trabajando con estos modelos. Los modelos funcionan, sí, pero el resultado nos lleva a emular lo que sucede en otro lugar, ese lugar donde “la verdadera innovación sucede”. Entonces, ¿tiene que ser esto siempre así?, ¿qué estructuras epistémicas articulan estas formas de saber y conocer?, ¿qué tipo de etnografía institucional tendríamos que realizar?, si nuestro objetivo es pensar una cultura tecnológica decolonial. Un ejemplo de otros modelos posibles es la Academia de artes y oficios electrónicos, propuesta por la artista e ingeniera chilena Constanza Piña, a quien me referiré más adelante.
Entrevista a Constanza Piña sobre la Academia de artes y oficios electrónicos.
Tomás de Camino Beck, director de la Fundación Costa Rica para la innovación, una de las personas que nos acompañó dentro del público durante el Encuentro, enfatizó este aspecto, indicando que mientras no tengamos una tecnología nuestra, producida en el país, es decir, una cultura tecnológica accesible desde la escuela primaria, seguiremos siendo consumidores/as, y mano de obra capacitada pero barata, para las empresas transnacionales. La necesidad de crear una cultura tecnológica local, y fortalecer una escena crítica con esta situación de dependencia, es fundamental. Sin estas condiciones, la idea de que todo sucede en otro lugar, de que somos solo espectadores/as de los “grandes sucesos” y “revoluciones” del arte, la ciencia, la investigación, el desarrollo y la innovación, seguirá ahogando toda posibilidad de descolonización.
La pregunta por una cultura tecnológica decolonial, se cruza aquí con la pregunta por una filosofía tecnológica feminista, rompiendo con las ideas tradicionales impuestas por el modelo centro-periferia. Lo que pensamos aquí son los cuerpos de la innovación, sus escrituras y formas de discurso, desde el ejercicio crítico del feminismo frente al logocentrismo, y sus estructuras geo(bio)políticas. Remito a la filósofa española Remedios Zafra, quien en su artículo Arte, Feminismo y Tecnología. Reflexiones sobre formas creativas y formas de domesticación, señala:
“[…] así como la creación es un territorio de lo artificial, también lo es la tecnología. Facticidad imponente la que nos brinda la confluencia arte-tecnología, y que viene dada, entre otras cosas, por las distintas formas de interfaces, allí donde el cuerpo queda aplazado y siempre mediado (potencialmente intervenido) por un artefacto que nos presenta y nos representa.” (1)
A este respecto, la musicóloga mexicana Rossana Lara, en conversación con el gestor y escritor Carlos Prieto, preguntan:
“[…] ¿hasta qué punto la evolución técnica planteada por estos artistas, viene acompañada también de una conceptual? ¿Acaso el recurso de la sonificación, ahora a partir de otras formas de vida, otros circuitos y talleres de armado, podría devenir en una fórmula? ¿Es eso deseable para el medio del arte electrónico, para sus instituciones? […]. Es decir, ¿cómo la dimensión biológica de la vida humana, animal, vegetal, se vuelve materia de incidencia y control al servicio de intereses económicos y políticos globales? ¿Qué papel tienen en ello las ciencias y tecnologías del control? ¿Como desmantelar estas ideologías desde el arte vinculado a la ciencia y la tecnología? “Llegó un momento donde en el arte es donde se puede hacer reversible esta ideología”. Desde ahí, Prieto [citado por Lara] interroga si estos cuestionamientos están siendo contemplados por los artistas y las instituciones promotoras del arte electrónico al plantear la “producción de conocimiento” y la formación de “comunidades de conocimiento” como objetivos de los talleres de fabricación de circuitos. ‘¿Es un conocimiento que va a funcionar para volver crítica a la gente respecto a la tecnología, va a ser un conocimiento decolonial, nos va a decolonizar de la tecnología, qué tipo de conocimiento es este?’.” (2)
Leyendo a Zafra y a Lara, las preguntas planteadas por el Encuentro celebrado en San José de Costa Rica, se tejen con el III Coloquio Iberoamericano sobre Investigación Musical Música y mujer en Iberoamérica: haciendo música desde la condición de género, celebrado en Santiago de Chile. Pero antes de entrar en el Coloquio, quisiera compartir algunos detalles sobre la escena local, que me han permito desarrollar, poco a poco, el argumento de Feminoise Latinoamérica.
La cultura tecnológica y la necesidad de “una habitación propia”
En Costa Rica existen varias mujeres que se dedican a la composición y producción musical digital, entre ellas Jessica Gamboa, imagen de portada de este artículo. A ellas dediqué ¿Artistas electrónicas en Costa Rica?, aquí en Feminoise Latinoamérica. Por esta razón, y dando continuidad a las premisas expuestas entonces, quisiera centrarme en un aspecto que no desarrollé en aquel artículo: las habitaciones propias donde ellas crean (volvemos a Virginia Woolf). En esta ocasión exploraré un caso, La Cueva del Oso Studios de Jessica Gamboa, por su relación con el trabajo de la artista e ingeniera chilena Constanza Piña, -sobre quien volveré más adelante-, y el Encuentro que celebramos en la UCR. Ya que Jessica organizó junto a Esteban Howell y Dan Freeman, una “Fiesta secreta Ableton” en La Cueva del Oso, una semana antes del Encuentro. El evento reunió en su casa, una diversidad de personas vinculadas con la escena de la música electrónica y las prácticas experimentales audiovisuales, propiciando conversaciones informales y performances afines a los que nos ocupan aquí.
Incluyo a continuación el video de la “fiesta”, y también una videoentrevista a Constanza Piña en La Cueva del Oso. Les invito a escuchar una muestra del trabajo de Constanza y Jessica. Espero que estos documentos puedan acercarles un poco a esa “habitación” que estoy tratando de explorar. Considero que pensar el lugar íntimo donde se crea (el estudio, la habitación, la casa), es tan importante como pensar los espacios públicos donde alternativamente, se sistematiza el conocimiento, en este caso, el Coloquio Ibermúsicas y el Encuentro en la UCR.
Fiesta secreta Ableton en La Cueva del Oso Studios, 2017.
Entrevista a Constanza Piña en La Cueva del Oso Studios, 2016.
Mi punto es que, cuando Jessica Gamboa instala en su casa un Studio propio, cuando abre ese espacio para dinamizar nuevas interacciones y sinergías, ella está creando conocimiento. Y eso es algo que no se evidencia a menudo, por lo general nos centramos en los lugares oficiales del espectáculo (bares, salas de baile y conciertos, festivales, etc.) y las instituciones (teatros, universidades, galerías, museos y afines), a las que prestamos mayor atención a la hora de realizar estudios sobre las prácticas experimentales, los cuerpos de la innovación, sus escrituras y formas de discurso. Por esta razón, no quise obviar este detalle que me permite pensar desde la intimidad, el tejido de lo público en el Encuentro y el Coloquio.
En este sentido, otro aspecto importante que evidenciaron tanto la Fiesta secreta Ableton como el Encuentro en la UCR, fue cómo la Escuela de Artes Musicales (el conservatorio), -parte de una universidad pública-, y el DJLab, -ejemplo de una institución educativa privada-, no son tan diferentes en sus métodos de pensar la educación, la teoría, la composición y la producción musical. Aunque supuestamente trabajen con tecnologías, comunidades y objetivos distintos. Nos preguntamos entonces, ¿dónde está la propuesta diferencial que nos confronta? Para nuestra sorpresa, retornábamos al punto de partida: la colonialidad del saber y sus métodos. Enfrentamos la evidencia, compartimos las mismas preocupaciones y prejuicios, porque compartíamos el método. Coincidimos en los mismos paradigmas decimonónicos y postindustriales sobre el arte, la música, la creación, la ciencia, la tecnología, el trabajo profesional remunerado y el “ser artista”. Les invito a ver el video de la grabación en directo y sumarse al debate.
Lo interesante es cómo también, aunque el Coloquio Ibermúsicas se basó en el principio de que los países miembros enviarán a una estudiosa vinculada con el tema convocado, y cada una de nosotras presentara un estado de la cuestión según casos concretos de su país de origen (3), al final, llegamos a conclusiones similares. Si seguimos utilizando los métodos heredados de la filosofía de la historia eurocéntrica, con sus ideas de civilización, cultura, obra, autor/a y canon. Si seguimos utilizando esos paradigmas para legitimar qué merece ser estudiado y qué no. Si nuestro propósito sigue siendo demostrar que sí contábamos con una cultura y civilización afín a esos modelos heredados, según el objetivo de las “naciones modernas”, los resultados seguirán siendo los mismos. Confrontamos el mismo problema en el Encuentro y en el Coloquio, todas coincidimos, -y aquí me remito a la socióloga boliviana Silvia Rivera Cusicanqui-, en la necesidad de “decolonizar la investigación”. Tenemos que repensar cómo las propuestas metodológicas y teóricas son elecciones geo(bio)políticas, y esto no significa una pérdida de rigor.
Pienso por ejemplo, en el proyecto Construyendo con sonido, de la arquitecta y artista sonora chilena Nicole L’Huillier, a quien tuve oportunidad de conocer durante mi estancia en Santiago con motivo del Coloquio Ibermúsicas. Ella actualmente es investigadora del MIT Media Lab, y en la fotografía anterior podemos verla trabajando en su laboratorio. Ella y Constanza Piña, a quien me referí anteriormente, proponen prácticas y filosofías tecnológicas, que me interesa traer a Feminoise Latinoamérica. Ellas demuestran cómo las creadoras latinoamericanas circulan, piensan y crean, no sujetas a fronteras nacionales, cuestionado los modelos tradicionales de centro-periferia, y sus métodos de colonización (y control) del saber.
En el caso de Constanza, viajera nómada incansable, su filosofía de tejido en el diseño y la fabricación tecnológica, es fascinante. El trabajo de Constanza señala para mí hacia esa posibilidad de una cultura tecnológica decolonial. Ella se dedica a la creación sonora y a la ingeniería, explorando una tecnología sostenible y autosustentable. Cuando Constanza visitó Costa Rica en 2016, compartió estas ideas con diferentes personas y en distintos espacios, como demuestra la entrevista en el Studio de Jessica Gamboa. Las posibilidades de aplicación de esta filosofía tecnológica está tejiendo redes fuertes en América Latina, sobre ello continuaremos conversando en un segundo capítulo, donde les prometo entrevistar a Constanza Piña y a Nicole L’Huillier ¡Gracias por seguir a la escucha!
Imagen de portada: Retrato de Jessica Gamboa
Publicado por Susan Campos Fonseca [Doctora en música por la Universidad Autónoma de Madrid, compositora y escritora del sello Irreverence Group Music – New York, profesora e investigadora de la Universidad de Costa Rica.]
Notas
(1) Zafra, Remedios (2014). “Arte, Feminismo y Tecnología. Reflexiones sobre formas creativas y formas de domesticación”, Quaderns de Psicologia, Vol. 16, No. 1, p. 99.
(2) Lara, Rossana (2016). Poner la escucha en (corto) circuito. Arte electrónico y experimentación sonora en México: dos décadas. Tesis para optar al grado de Doctorado en Música (Musicología), Ciudad de México: Universidad Autónoma de México, p. 98.
(3) Participantes en el coloquio, instituciones, países y títulos de ponencias: Ailer Pérez Gómez (Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana-CIDMUC, Cuba) “Mujer y música en Cuba: caminos profesionales”, Eliana Monteiro da Silva (Escola de Comunicações e Artes da Universidade de São Paulo-ECA-USP, Brasil) “Compositoras brasileiras no contexto da música erudita: uma história de luta contra a invisibilidade”, Romina Dezillio (Instituto Nacional de Musicología “Carlos Vega”, Argentina)“Las primeras compositoras profesionales de música académica en Argentina: logros, conquistas y desafíos de una profesión masculina”, Daniela Fugellie (Universidad Alberto Hurtado, Chile)“Leni Alexander (1924-2005) o la migración perpetua”, Yael Bitrán Goren (Centro Nacional de Investigación, Documentación e información Musical “Carlos Chavez”-CENIDIM, México) “De la invisibilización al canon: mujeres en la academia, el rock y la sala de concierto en México en la segunda mitad del siglo XX”, Lorena Valdebenito (Universidad Alberto Hurtado, Chile) “Creación musical femenina en Chile: canon, estereotipos y autorías”, Susan Campos Fonseca (Universidad de Costa Rica) “Artistas electrónicas en Costa Rica: un estudio de filosofía tecnológica feminista”, Sarah D. Yrivarren (Pontificia Universidad Católica del Perú) “Construcción y representación de discursos de femineidad en la escena metalera de Lima”, Marisol Facuse (Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile) “Música, género e inmigración: carreras musicales de mujeres inmigrantes latinoamericanas en Chile”, Ana María Arango (Universidad Tecnológica del Chocó / ASINCh, Colombia) “Entre arrullos, chumbes y sanpachitos. Cuidados de la primera infancia y estéticas sonoras en los afrochocoanos de Colombia”, Soledad Castro (Realizadora independiente, Uruguay) Murgas de mujeres (estilo uruguayo) en América Latina, Romy Martínez (PROLAM / Universidade de São Paulo, Paraguay)“La mujer paraguaya, roles y desafíos como profesional de la música”, y Karla Lamboglia (Movimiento Tocando Madera, Panamá) “La mujer en la música panameña: un retrato contemporáneo”.
Le quiero agradecer y mandar un saludo desde Uruguay. Llegué aquí luego de la Jornada Interamericana de Teoría y Análisis Musical, que se desarrolló online por medio de la Facultad de música del Uruguay. Allí oí la ponencia de Gabriel Venegas, donde planteó (de forma complementaria a lo que exponía en ese momento), el concepto de Decolonización. Mi nombre es Martín Aranda, soy músico y docente de educación media. Como músico y productor, debo presentar este punto de vista en una entrevista para un canal de producción musical sueco y, aunque mi exposición es desde la perspectiva teórica y de composición musical, éste artículo me parece que no es ajeno al problema ya que el paradigma es el mismo que en el caso de la colonización tecnológica. Le mando un abrazo, el agradecimiento correspondiente a toda la información que me aportó, pero sobre todo la perspectiva que ello me permitió adquirir.
Le agradezco cualquier link que me mantenga en el hilo de este razonamiento. Y si no fuera atrevimiento, quisiera citar este articulo, como sus videos y participantes en la entrevista.
Abrazo grande